sábado, 17 de octubre de 2009

Respuesta no solicitada al comentario de un blog que sigo (es un decir)

Igual vale este cornudo [en pañales]...
(la imagen la tomé de Die Teufelsbibel, de donde a su vez la bajaron de Wikipedia).

Es fácil comenzar con una crítica —o sea, reaccionar—, en vez de comenzar por afirmar algo. Pero es que la dificultad no es nuestra característica. Y aun puedo justificarme: el que no haya comenzado por cuestionar a otro, que tire la primera piedra. Entonces tengo ante mí esta frase: "algo deja de ser nítido y se vuelve oscuro, denso, confuso: el mal". Y pregunto: ¿y si ocurriera lo contrario? ¿Y si la falta de nitidez, la oscuridad, la "densidad", la confusión, no fueran tampoco lo contrario del mal, pero menos aún lo característico del mismo mal? Quiero decir: ¿y acaso no pudiera ser que el mal tuviera mayor nitidez, claridad, liviandad y... —¿cuál es el antónimo de "confuso"? —que la que suponemos? Porque, qué fácil pensar que el mal es negro. Y qué fácil también pensar que es lo contrario. Porque, siendo así, no falta mucho para concluir que el mal tiene cuernos y cola, es rojo y usa un trinche.

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