domingo, 6 de junio de 2010

despoblado mental

me aventuro a pensar lo siguiente como mera descripción: algunas huellas sobre la arena deambulan entorno a un remolino; no se trata de huellas de pies descalzos sino de unos mocasines, zapato masculino, tamaño medio; en cuanto a la arena, no se trata de la dulce arena de una playa que se baña tibiamente en las olas de un mar adormecido y resplandece bajo una luz natural; es la arena de una calle polvosa de la mente; allí, el remolino es una máquina que produce espuma azucarada, como un barquillo de crema batida; también se parece a algún otro comestible, siempre demasiado dulce; en realidad, el remolino engulle las pisadas; pero ellas mismas se dirigen hacia él; mejor: no se dirigen por sí mismas; tal vez antes lo hicieron, pero por eso mismo perdieron el rumbo, están extraviadas —como aquellos perros que corren trás el automóvil de sus dueños hasta perderlos de vista, y así acabar fatalmente lejos de casa y sin forma de volver; entonces, estas huellas están perdidas, pero es absurdo pensar que han encontrado un camino por sí mismas; en realidad, ocurre que fueron arrancadas de allí adonde habían sido puestas; quizá esta imagen debiera llamarse "huracán, visto desde el satélite del servicio meteorológico"; y tal vez de lo que trate es de la pérdida y el olvido: en ese desploblado mental sobrevive algo que al final también será borrado para siempre...

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